23 abril 2016

La chica del paso de peatones.

Las 10 de la noche y llego tarde al concierto de mi hija. Mas de media hora intentando aparcar en el corazón castizo de Madropolis. Noviciado, Malasaña... calles llenas de gente y mas llenas de coches que facilmente me doy cuenta de que no solo no se mueven, sino que mas bien forman parte del paisaje, se ve claro que llevan parados muchos días. Polvo, lluvia y papeles en el parabrisas que se han trasformado en pegatinas de secarse y volverse a mojar dan testimonio de que una vez mas no va a ser nada facil estacionar esta noche.

Me gustaba Madropolis en otra época, hace unos pocos años. Estuvo a punto de ser una ciudad europea. Me iba desde las afueras donde vivo a pasear por Plaza de Españay saludar al Quijote y a Sancho, a sentarme un rato y contemplar Egipto a traves del paisaje inusual del Templo de Debod, a andar toda Gran Via, subir por Alcalá, parar en Sol y envolverme un rato en el bullicio de la gente y luego volver por Opera saludando a los reyes godos y terminar en la tranquila Bailén con las vistas magnificas de los jardines de Sabatini o el Palacio Real.

Todo a cambiado en muy poco tiempo y Madropolis ha vuelto a ser la ciudad sucia y desgarbada de la que salimos casi huyendo hace ahora 27 años para instalarnos en las afueras. Lo de ayer rozó el surrealismo mas absoluto. No hay dinámica en el centro de Madrid, los coches han pasado como os decía a formar parte del mobiliario urbano. Menos mal que un ataque de sensatez le he cogido a mi esposa su pequeño claseA . Es un mercedes que compramos nuevo hace ahora 15 años y ya forma parte de la familia donde le llamamos cariñosamente la pelotilla. Como que es automático y pequeño siempre ha sido la mejor opción para estas incursiones. Pero hoy no. Percibo en el ambiente un perfume de pobreza. Mucho sin techo por la zona, unos tipos sospechosos trapicheando en una esquina, todo me parece muy sucio y descuidado. Bueno todo no, los bolardos que protegen las esquinas de las angostas calles estan en perfecto estado de revista. Ya estoy cansado de dar vueltas y contemplar todo el tiempo los mismos coches y empiezo a buscar un parking aunque lejano y caro no puedo perder ya mas tiempo, llego tarde.

En estas y a lo que viene el título, sucede algo que me deja atónito. Un paso de peatones de esos con semaforito en ambar parpadeante. Voy de patrulla, a velocidad reducida en un coche que de por si no se distingue por ser precisamente un Ferrari. En un latido y sinque la hubiera visto antes sale de la nada una muchacha cruzando. Freno y fuerte por que no tengo mucho margen. La chica va embozada con una palestina que solo deja verle el pelo y los ojos apesar de la temperatura agradable de la noche. Se para y me dedica una mirada asesina, la que dedicarias a tu peor enemigo. Acto seguido me hace una seña con la cabeza indicando la lucecita ambar y el semaforito de peatones en verde. Como personólogo que soy me fijo en los ojos de la chica, ojos del color de la cocacola que diria Fito, vulgares, oscuros, pequeños, vacios. Me fijo en el odio que destila y eso que solo le veo media cara. Pienso que si le llego a ver la cara entera me hubiera sentido como el asesino del tylenol. Reanuda el paso con un mohín despectivo y se va. Todo este cuadro constumbrista ha durado medio segundo. No lo tengo muy en cuenta, a unos pocos metros hay un sitio para estacionar y la misión es la misión. Aparco el vetusto clase A, cierro todo y me voy andando a mi destino, a tres manzanas. Y de camino por las calles estrechas, habitadas solo por los coches, hago balance del suceso, que lástima la joven del paso de peatones, embozada en medio de la noche, odiando en un paso de peatones, crispada a tal extremo que cruza sin mirar. Tiene la preferencia es cierto pero como todos conocemos no da derecho a avasallar. Y ella avasalla, es su manera de ir por la vida, "parate cabrón que paso yo que tengo razón, memo, pringao capitalista conductor, hijo de perra. Parate, deja paso a los que venimos, imbecil del coche plateado. Os vamos a meter en cintura, fachas de mierda, prepotentes de los cojones, viejos chupa sangre, carcas prescindibles". Ese es el mensaje gestual de la chica del paso de peatones. Y yo que ya peino algunas canas pienso, ¡que sabes tu, que acabas de llegar!, lo que nos ha costado montar todo esto, lo que hemos trabajado, vivido, sufrido y padecido. Que sabes tu chica embozada, lo que yo hago o contribuyo para que tu puedas hoy pasear libre por estas calles que no disfrutas, para que puedas pararte en el medio del paso de peatones y obligarme a frenar. Que puta idea tienes tu si quieres que te siga el lenguaje.
Que desperdicio de juventud que no va sola, vestida de oscuro y con el alma oscura, despreciando la calidez de la noche y su encanto. La chica del paso de peatones me aplica su marxismo ciudadano, me fustiga con su intolerancia, me agrede con su gesto y con su monopolio del espacio. Y solo puedo sentir por ella lástima y por todos una cierta desolación.
Es un asco absoluto en lo que estamos conviertiendo este país, es odioso ver gente como esta que radicaliza todo, es lamentable a lo que estamos llegando. Vuelven los crispados del 36 amigos, los que ponen sus normas, su policía política, su censura a la prensa. Los que se plantan con chuleria en un paso de peatones desafiando para que frenes, por que tienen la preferencia si, pero por que les sale de los cojones mucho mas. Yo pensaba que estabamos construyendo el mejor país del mundo, el más libre, tolerante y agradable para vivir... y mucho me temo que hemos fracasado.

Ya termino, Chica del paso de peatones, el hombre malo del coche gris todavia tiene reflejos, ha conducido millones de kilómetros en coches muy buenos. Si ayer en vez del hombre del coche gris llega a ser uno de los tuyos hoy estabas en urgencias... o en un sitio peor y solo sería por tu culpa, por tu chuleria, por tu intransigencia, por tu falta de perspectiva y por tu incapacidad para convivir. Si me admites un consejo, la proxima vez puedes ser tolerante, la calle es muy ancha y hay sitio para todos. Puedes quitarte la palestina y no vayas tan deprisa ni tan cabreada, disfruta del paseo, comprate algo bonito en zara, peinate ese pelo grasoso y disfruta un poco que la vida es breve y la juventud mucho mas. Aunque la ciudad este sucia y llena de indigentes y las esquinas huelan a orines y esten llenas de pintadas se barrunta la primavera. Y eso, chica del paso de peatones, no tiene precio. Te lo dice el viejo malo del coche gris.