17 mayo 2007

Los Polícos que nos merecemos


Estoy hasta mas arriba de las narices de la morralla política que puebla este país.
Basta ya de melifluos, de acarsimaticos, de blandurrios de tercera clase.

Es penoso y patético que los pocos políticos que valen un poco tanto de derechas como de Izquierda moderada se han tenido que marchar de España para que se aprecie su valía.

Yo como la izquierda ya tiene quienes le defiendan voy a centrarme en Rodrigo Rato que no es de izquierdas pero es un político liberal, pragmático y coherente.

Recuerdo un mitin del PP al que acudí hace ya algunos años y de entre todos los que salieron a la palestra quede impresionado con el discurso de RR.

Fue un discurso inteligente, sutíl, ácido... pero sobre todo me transmitió la idea clara de que ese hombre sabía lo que decía, tenía las ideas claras y el pulso firme. Era pues eso que los ingleses llaman un líider nato.

Así pues me entristeció mucho cuando Aznar eligió a mariano Rajoy como sucesor. Y no por que Maríano no me guste, sino por que creo que Aznar sacrificó en ese momento meter en cabeza del pelotón a un hombre que tenía proyecto, ambiciones, carisma, por colocar a otro que sin duda representaba el "me voy pero me quedo", el continuísmo, el gestor obediente y fácil de dirigir.

La pregunta es que habría pasado si en vez del risueño y sibilante Rajoy hubiera estado Rato.
¿Hubiera dejado Rato que se pisoteara la democracia de una manera tan contundente?

Yo creo que no.

Por eso desde mi humilde y poco conocido rincón del ciberespacio quiero hacer un llamamiento.
Que vuelva Rato, que vuelva ya. Le necesitamos. Sin duda si queremos arreglar el país tenemos que limpiarnos de los blanditos evanescentes que nos rodean y meter a un líder contundente que sea capaz de tomar las riendas con firmeza.

Rato es nuestro Sarcozy y nosotros necesitamos un Sarkozy como comer con los dedos.
Ojalá que vuelva y que sea lo antes posible.

De paso y ya dicho a las claras, muchas caras del PP tienen que marcharse y dejar paso a otros que puedan dejarse de monsergas y de idioteces y ponerse a trabajar de una vez para impedir que estos desmanes que están hundiendo la credibilidad de España en el mundo y desmembrándola lleguen a convertirse en un cáncer irreparable.

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